En 1888, Londres, la capital británica, se vio sacudida por una serie de asesinatos atribuidos a Jack el Destripador. Casi 18 años después, Marruecos, y específicamente Marrakech, viviría una serie de desapariciones de jóvenes mujeres. El caso de Hajj Mohammed Mesfewi capturaría la atención tanto dentro como fuera del país, culminando con su ejecución al ser emparedado vivo en plena plaza pública.
Nos situamos en 1906, bajo el reinado de Moulay Abdelaziz desde 1894. Varias docenas de jóvenes mujeres en Marrakech desaparecen sin dejar rastro. Sus familias, junto con las autoridades, emprenden búsquedas incansables para descubrir su paradero. Finalmente, una familia encuentra una pista: una anciana de setenta años habría sido la última persona vista con la víctima.
36 cuerpos decapitados de jóvenes mujeres
En el Marruecos de la época, donde el Makhzen ya tenía mucho trabajo, la familia de una de las jóvenes decide tomar cartas en el asunto. Secuestran a la anciana, conocida como «Annah», la torturan y logran obtener confesiones, según relata Al Ayam en un artículo publicado en 2014. Annah señala a Hajj Mohammed Mesfewi, un zapatero y redactor público al que los habitantes de Marrakech acudían para redactar cartas o contratos.
En un telegrama publicado en el periódico The Times and Democrat el 28 de junio de 1906, el consulado de Estados Unidos en Tánger proporcionó detalles sobre el juicio. La cómplice del zapatero había confesado que las jóvenes, que acudían para dictar cartas, eran embriagadas con vino y luego decapitadas. Alertado, el Makhzen descubrió 20 cuerpos decapitados de jóvenes mujeres en un pozo profundo bajo la tienda del zapatero. Otros dieciséis cuerpos, que sufrieron el mismo destino, fueron hallados en el jardín de su casa.
Si bien Annah no sobrevivió a las torturas infligidas durante el interrogatorio, el anciano Hajj Mohammed Mesfewi fue arrestado, torturado y finalmente confesó sus crímenes. «Por una antigua costumbre mora, fue condenado a ser crucificado», explica el telegrama, que destaca la intervención del cuerpo diplomático extranjero en Marruecos ante el sultán para anular este veredicto. «Hubiera sido preferible que esos mismos funcionarios no interfirieran con la justicia marroquí, porque antes de su muerte, Mesfewi sufrió tantas torturas, que la crucifixión parecía más misericordiosa», se informa.