Después de Meit Amir, quien dirigió el Mossad entre 1963 y 1968, es otro destacado funcionario de inteligencia israelí quien revela la colaboración de Hassan II con sus servicios. El general Shlomo Gazit afirmó en una entrevista con el diario Yedioth Ahronoth que el apoyo del monarca marroquí fue crucial para las fuerzas israelíes durante la Guerra de los Seis Días, que tuvo lugar del 5 al 10 de junio de 1967.
En su relato, el exjefe de la inteligencia militar subraya que Marruecos permitió a Israel seguir de cerca la cumbre de la Liga Árabe de 1965, realizada del 13 al 18 de septiembre en Casablanca. Esta reunión, centrada exclusivamente en evaluar la preparación de los ejércitos árabes para un eventual conflicto con Israel, estaba destinada únicamente a jefes de Estado, líderes de inteligencia y generales militares.
Exjefe de inteligencia militar, Shlomo Gazit / Ph. Amit MagalExjefe de inteligencia militar, Shlomo Gazit / Ph. Amit Magal
Casablanca, clave en la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días
Gracias a esta valiosa información, Tel Aviv pudo identificar las debilidades de los ejércitos de sus «vecinos». «Este encuentro no solo evidenció divisiones internas entre los países árabes - como las tensiones entre el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser y el rey Hussein de Jordania - sino que también reveló su escasa preparación para la guerra», relata Shlomo Gazit.
Dos años después de esta operación, considerada por el entonces jefe del Mossad como «una de las máximas glorias de la inteligencia israelí», el primer ministro Levi Eshkol (en funciones del 21 de junio de 1963 al 26 de febrero de 1969) ordenó a la fuerza aérea israelí bombardear los aeropuertos egipcios y jordanos. La operación fue un éxito para Israel, logrando destruir casi todos los aviones de combate egipcios. Estos ataques rápidos allanaron el camino para que las tropas blindadas ocuparan en un solo movimiento la Franja de Gaza, el Sinaí, los Altos del Golán y Jerusalén Este.
El respaldo de Marruecos, mencionado por el general Shlomo Gazit, no fue sin consecuencias. Un mes después de la cumbre de la Liga Árabe en Casablanca, agentes del Mossad participaron en el secuestro de Mehdi Ben Barka. Habían seguido los movimientos del opositor de Hassan II, una misión facilitada por la presencia de una oficina del Mossad en territorio francés, establecida desde hacía cinco años con la aprobación de Charles de Gaulle.
Fue precisamente esta oficina la que permitió tenderle una trampa a Ben Barka bajo el pretexto de un proyecto cinematográfico histórico, y que ayudó a los agentes de inteligencia marroquíes a ingresar a Francia con pasaportes falsos. En esta operación, el apoyo israelí a Marruecos fue autorizado por el primer ministro Levi Eshkol y el jefe del Mossad, Meit Amir.