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Historia : ¿Fue Marruecos un Reino chiita?

La implantación del rito chií en Marruecos se remonta al siglo VIII. En esa época, no generó ninguna tensión política ni confesional. No fue sino hasta 1979 que las divergencias estallaron con un enfrentamiento personal entre Hassan II y Jomeini. Actualmente, el proyecto expansionista iraní en Irak, Siria y Yemen preocupa a figuras del islamismo suní en el reino.

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Foto: Reuters
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¿Fue Marruecos un país chiita en sus inicios? Para responder a esta pregunta, es imprescindible explorar la historia del reino. Muchos adeptos de este rito están convencidos de que así fue. Argumentan que el rey Idriss I, expulsado en el año 789 por sus primos abasíes y acogido por los amazighs, estableció un estado chiita. Sin embargo, esta creencia no es compartida por el escritor y académico egipcio Mohamed Taha El Hajeri (1908-1994).

En su obra «Historia del chiismo en el Magreb árabe», El Hajeri concluye que la presencia de esta corriente religiosa en el norte de África fue «limitada» tanto en tiempo como en espacio. No obstante, durante los siglos VIII y IX, dos dinastías que proclamaban su descendencia del Profeta, los idrisíes y los fatimíes, gobernaron desde el Atlántico hasta el Mar Rojo. El escritor Saâdoune Abbas Nasserallah, en su libro «El Estado de los Idrisíes en Marruecos», publicado en 1987, señala que bajo el reinado de Idriss I, «la justicia se administraba según las normas del rito malikí» sunita.

Por otro lado, en Persia, el chiismo se extendió considerablemente. El Hajeri atribuye esta singularidad no a factores religiosos, sino a motivos nacionalistas. Explica que los persas adoptaron este rito como un medio para preservar su identidad frente a la amenaza de asimilación y aculturación por parte de la civilización árabe bajo el califato abasí.

Khomeini contra Hassan II

En 1979, Irán experimenta un cambio radical. Khomeini proclama la república islámica, instaura la «Autoridad del faqih» o «guía del jurista» y anuncia la exportación de su revolución. El sha Mohamed Reza abandona el país apresuradamente y encuentra refugio temporal en Marruecos, acogido por su amigo Hassan II. Ese mismo año, las relaciones diplomáticas entre ambos países se rompen por primera vez, marcando el inicio de un enfrentamiento directo entre los dos líderes.

Con Egipto fuera de la Liga Árabe como represalia por el acuerdo de paz firmado por el presidente Sadat con Israel en 1978, Hassan II asumió el liderazgo de los países árabes fuertemente opuestos al régimen de los mulás. En 1982, el rey reunió a ulemas en Casablanca para declarar a Khomeini apóstata y brindó un firme apoyo a Irak de Saddam Hussein en su guerra contra Irán.

Asimismo, en la cumbre árabe de Fez de 1982, logró disipar los temores de las monarquías del Golfo respecto al partido Baaz iraquí, promoviendo el apoyo financiero al esfuerzo bélico contra Teherán. Dos años después, Hassan II acusó a Irán de instigar disturbios urbanos debido al alto costo de vida. En febrero de ese año, declaró en una entrevista con Le Figaro: «si Khomeini es musulmán, entonces yo no lo soy».

Hassan II tenía razones para oponerse a la intención iraní de exportar su modelo, incluso a Marruecos. En 1980, Abdelkrim Moutiî, fundador del movimiento Chabiba Islamiya, se refugió en Teherán buscando armas y entrenamiento para sus seguidores.

¿El chiismo, en su versión iraní, amenaza a Marruecos de Mohammed VI?

La muerte de Khomeini el 3 de junio de 1989 permitió el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Irán en 1991, aunque sin una normalización completa. Este contexto persiste hasta hoy. La intención de los nuevos líderes en Teherán de avanzar en la fase 2 del proyecto de la revolución islámica de 1979 no contribuye a calmar las inquietudes de los marroquíes.

«El fracaso de la "exportación de mini-revoluciones" en la mayoría de los Estados de la región, y no solo en aquellos con minorías chiitas, sino en todos los países sunitas, incluido Marruecos, ha llevado a los responsables iraníes a buscar otra estrategia. Han puesto su mira en la "exportación del chiismo" a todo el mundo musulmán, e incluso más allá», nos confía Montassir Hamada, especialista en movimientos islamistas.

Esta preocupación se manifiesta, explica el experto, en «la expansión del chiismo entre los marroquíes en Bélgica, sin olvidar su presencia en las ciudades del norte, especialmente en Tánger, aunque por ahora se trate solo de pequeños grupos». Esta inquietud es compartida por muchas figuras del islamismo sunita en el reino. El jeque Nahari va más allá y aboga por la promulgación de una ley que penalice el proselitismo chiita.

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