Del 27 al 30 de abril de 1958, Tánger fue el escenario de una conferencia histórica que reunió a tres partidos políticos del Magreb: el Istiqlal de Marruecos, el Frente de Liberación Nacional (FLN) de Argelia y el Neo-Destour de Túnez. La elección de esta ciudad no fue casual; su simbolismo radicaba en ser un punto de encuentro alternativo a El Cairo, donde los líderes regionales solían congregarse.
La conferencia de Tánger representó un genuino esfuerzo por cimentar las bases de una unión magrebí. En aquel entonces, tanto África como Asia buscaban una tercera vía, alejándose de la influencia de las superpotencias de la época: Estados Unidos y la Unión Soviética. Tánger se convirtió en un laboratorio regional para implementar las resoluciones de la conferencia de Bandung de 1955.
Una solidaridad que hoy se echa en falta
La cumbre tripartita concluyó con la determinación de explorar vías para establecer una federación entre los tres estados. En ese momento, el problema de las fronteras, que más tarde se convertiría en una fuente de tensiones político-militares entre Marruecos y Argelia, aún no había alcanzado la gravedad que posteriormente rompería el sueño de unidad concebido en Tánger.
La conferencia, sin embargo, logró infundir un nuevo espíritu de solidaridad regional. Marruecos y Túnez, recién independizados, desafiaron la presión francesa al manifestar un apoyo incondicional a la lucha de liberación del FLN. Así, Mohammed V y Habib Bourguiba respondieron a las demandas de París de mantener una «neutralidad» frente al conflicto argelino, a pesar de que el equilibrio de poder no les favorecía.
En 1958, Francia mantenía 15,000 soldados en Túnez y aún más en Marruecos: «54,000 infantes, 15,000 aviadores y 3,000 marinos», según el libro de Attilio Gaudio, «Guerras y paz en Marruecos: reportajes, 1950-1990». A pesar de esta amenaza, la conferencia de Tánger logró el doble desafío de celebrarse en territorio magrebí y de abogar por la independencia del vecino del este.
¿Qué queda del espíritu de Tánger?
57 años después, el sueño de la unidad magrebí ha quedado relegado. Las diferencias entre Marruecos y Argelia lo han desintegrado por completo. La Guerra de los Arenales en 1963 fue el primer golpe, y el conflicto del Sahara Occidental terminó por sepultarlo.
En 2008, algunos intentaron resucitar el espíritu de Tánger en su cincuentenario, convocando a una nueva conferencia en la misma ciudad. Sin embargo, el éxito fue esquivo. La celebración de la integración magrebí fue opacada por un enfrentamiento entre Mohamed El Yazghi y Abdelaziz Belkhadem, entonces ministro de Estado marroquí y primer ministro argelino, respectivamente, a causa del Sahara Occidental.