Cada vez que Lamiss Amya se sienta frente a su consola, se plantea la misma pregunta: ¿cómo unir todas estas piezas? ¿Cómo fusionar Marruecos, el violín, la música techno y la soñadora que lleva dentro en un momento único? Luego sonríe, presiona un botón, eleva una ola sonora, introduce una nota de violín y el viaje comienza. El público no sospecha que, además de tocar, está narrando su historia, sus raíces, su rebeldía y su libertad.
La joven que eligió el violín a primera vista
Lamiae tenía solo seis años cuando su madre notó su especial atracción por los sonidos y las melodías. «Mi madre siempre supo que la música era parte de mí», relata Lamiae. Así fue como la llevó al conservatorio para desarrollar su talento. Desde el primer día, Lamiae escuchó varios instrumentos: piano, guitarra, oud, flauta. Pero cuando resonó el sonido del violín, fue como una revelación. «Ese sonido me tocó profundamente. Me enamoré instantáneamente de ese instrumento, y desde entonces, nunca me ha dejado», confiesa a Yabiladi.
Su camino comenzó con la música clásica, donde el violín se convirtió en su primer medio de expresión, un lenguaje para comprender sus emociones antes de poder expresarlas con palabras. «Era una forma de liberar mis sentimientos y expresarme sin palabras. El violín se convirtió en mi primer idioma», dice.
Lamiae creció en Fez, su ciudad natal, alimentada por su amor por la música. Continuó su trayectoria artística hasta obtener una medalla en solfeo y violín. Paralelamente, cursó estudios universitarios en derecho y comunicación, obteniendo un doctorado en derecho público y ciencias políticas en la Facultad de Ciencias Jurídicas, Económicas y Sociales de Mohammedia. Este recorrido refleja un espíritu vivaz y creativo.
Pero la disciplina clásica no era suficiente. Tras descubrir la música electrónica, cuenta: «Este género me ofreció una nueva libertad de expresión. Quería crear un puente entre la tradición y la modernidad, entre el sonido del violín, que considero un instrumento espiritual, y la música electrónica». Así nació Lamiss Amya (su nombre artístico): un proyecto audaz que mezcla techno, música clásica y oriental.
Una mujer en un universo musical dominado por hombres
El camino no ha sido fácil. En un universo de música electrónica dominado por hombres, Lamiss, instalada en Mumbai (India) desde hace cinco años, ha tenido que demostrar su valía «doblemente», dice. «Debes afirmarte técnica y artísticamente, manteniendo tu confianza frente a los juicios preconcebidos». Pero ha sabido transformar estos desafíos en fuerza: imponer su visión sin compromisos y mantenerse fiel a su identidad híbrida. «He aprendido a aferrarme a mi visión sin dejarme influenciar por los estereotipos», afirma.
Hoy en día, tiene un álbum en su haber y otro en preparación. Su segundo trabajo, dice, será una mezcla de techno melódico, violín e influencias orientales. Está trabajando en videoclips filmados en Marruecos, India y los Emiratos Árabes Unidos, buscando ofrecer al público un viaje visual tan rico como su viaje musical. Lamiss actúa en conciertos, pero su verdadera pasión reside en los festivales.
«Donde la adrenalina sube y la energía se vuelve eléctrica, casi mágica, sentir esa ola de emociones colectivas es un privilegio, un don, una bendición que vivo con todo mi ser. Estar frente a un gran público y sentir cada vibración, grito y movimiento es un sentimiento indescriptible. No hay nada más fuerte que conectarse con cientos o miles de personas a través de la música. Ver los rostros iluminarse, los cuerpos bailar y sentir una ola de emociones colectivas es una bendición que vivo con todo mi ser en cada actuación».
Lamiss encuentra su inspiración en íconos mundiales de la música electrónica como David Guetta, Tiësto, Solomun, Artbat, Anyma, pero sus raíces marroquíes siguen siendo omnipresentes. «Los sonidos tradicionales marroquíes, como los ritmos gnawa y la música andaluza, son una fuente de inspiración fundamental en mi recorrido».
Consejos a la nueva generación: Trabajad en vosotros mismos, no para complacer a los demás
Detrás de la artista se esconde una mujer soñadora, apasionada por la cultura, la espiritualidad y los viajes. «La música es mi santuario, pero también me gusta escribir, descubrir nuevos lugares y conocer a personas con espíritus fuertes».
En el mismo sentido, añade: «Mi música es el reflejo de mi recorrido. Soy una mujer marroquí, una violinista y una DJ de música electrónica, y todos estos elementos se mezclan naturalmente. Los sonidos marroquíes, andaluces y a veces indios son un homenaje a mis raíces y a mis viajes».
Entre sus apoyos más preciados, Lamiae tiene un pensamiento para su difunto padre, un hombre de autoridad con un alma poética. «Aprovecho esta ocasión para rendirle homenaje, ya que pienso mucho en él a través de mi música». En cuanto a su madre, es un pilar cotidiano que siempre la apoya con amor. Pero el papel clave en sus inicios lo jugó su hermana menor: «Gracias a ella, llevo el nombre 'Lamiss' como nombre artístico hoy en día. Ella creyó en mí desde el principio, tomó mis primeras fotos como violinista. Forma parte de cada etapa de esta aventura».
Además de su arte, Lamiss dirige desde hace más de 15 años la Asociación Marroquí para el Desarrollo de Jóvenes Talentos, con sede en Mohammedia, y también gestiona una agencia de organización de eventos culturales. Estos roles la mantienen cerca de la escena cultural marroquí y del apoyo a jóvenes artistas, a quienes considera como espejos de sus comienzos. «Creer en uno mismo, incluso cuando nadie cree en ti al principio. Pero sobre todo, mantenerte fiel a tu identidad, porque es lo que te hace único y marcará la diferencia. Aconsejo a cada joven que trabaje duro, persevere en la formación y sea paciente. El camino de la música no siempre es fácil, pero la pasión y la confianza en uno mismo abren todas las puertas».