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Abderahman Elebbar: el DJ que convierte las calles de Essaouira en un escenario musical

En la ciudad de Essaouira, donde el aroma del mar se mezcla con el ritmo de la música, se encuentra un joven marroquí que ha transformado el concepto del arte libre. Abderahman Elebbar, quien ha recorrido el mundo en una búsqueda interior, ha regresado para crear una escena en plena calle. Su historia no es solo un viaje, sino la biografía de un artista que ha desafiado los límites y redefinido el éxito más allá de las paredes.

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En la plaza Moulay Hassan en Essaouira, no hace falta consultar un programa de festival para darse cuenta de que hay una actuación excepcional en curso. Basta con ver a la gente bailar, jóvenes y mayores, alrededor de un hombre barbudo vestido de manera informal, con gafas redondas, situado detrás de una simple mesa de mezclas conectada a dos altavoces.

Ese hombre es Abderahman Elebbar, quien ha elegido la calle como escenario y la música como escape, un lenguaje que describe como «uniendo a las personas, sin importar su apariencia, nacionalidad o incluso religión», explica el artista conocido como «DJ Shaab».

Nacido en Rabat en una familia bien conocida, Abdelrahman siempre se ha negado a ser reducido a «el hijo de tal». Para él, una persona se define por sus elecciones, no por su nombre. A los 19 años, decidió aventurarse sin mapa ni plan, guiado por una búsqueda interior. Viajó a Estados Unidos, Francia, Turquía, Inglaterra y Chipre, pasando de un país a otro. No era ni turista ni inmigrante, sino «en búsqueda de sí mismo».

En Nueva York, tocaba la guitarra en la calle y realizaba pequeños trabajos, sin lograr regularizar su situación, pero nunca dejó de tocar ni de soñar.

A los 24 años, regresó a Marruecos, dirigiéndose a Essaouira, una ciudad donde el arte está omnipresente. Fue allí donde comenzó su aventura. «Comencé a tocar en la calle y trabajé como guía turístico sin licencia», aprovechando los idiomas aprendidos a lo largo de sus viajes.

«Ciertamente, no tenía licencia, pero mi sinceridad atraía a los turistas. Mi objetivo principal no era el dinero, sino crear una relación auténtica con las personas. Quería ganarme la confianza del turista antes que nada, y eso me aportó mucho.»

Abderahman Elebbar

Abderahman es alguien que no deja pasar las oportunidades. También vendía pequeñas esculturas metálicas que fabricaba a mano a partir de chatarra, así como joyas y objetos artesanales.

Gracias a estos esfuerzos, logró acumular un modesto capital, que invirtió en un proyecto único: transformar un triciclo en una casa móvil, bautizada «Christina». La decoró con colores vivos, la bandera marroquí, y la equipó con lo necesario. Luego se lanzó a una gira por Marruecos, recorriendo más de 9,700 kilómetros, acompañado de sus dos perros, durmiendo donde se detenía, y viviendo de su música y de la venta de sus esculturas y objetos artesanales.

Una noche, conoció a un músico alemán en un estacionamiento. «Rápidamente simpatizamos, pasamos un mes entero compartiendo música y conversaciones», y surgió una nueva idea: crear un espacio donde artistas de todo el mundo pudieran presentar su arte a cambio de alojamiento.

Alquilaron un lugar en la región de «Dabayat», cerca de Essaouira, y lo transformaron en un Arthotel, bautizado «El Paraíso de los Piratas», con la ayuda de dieciséis artistas de diversos horizontes. Abrieron sus puertas al canto, la pintura, la danza y todas las formas de expresión artística, lejos de los marcos formales.

Mientras tanto, Abderahman fundó una asociación llamada «Alash La Daba», organizando iniciativas caritativas para los más desfavorecidos, y supervisó la organización del primer festival de arte callejero en Essaouira.

«Era plenamente consciente de que este grupo de artistas a menudo es marginado y despreciado en la sociedad, a pesar de su verdadero talento. Simplemente son percibidos como mendigos.»

Abderahman Elebbar

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