En una conferencia celebrada el jueves 10 de mayo de 2018 en el Instituto Cervantes de Rabat, el profesor e investigador Mustafa Akalay Nasser, de la Universidad Euro-Mediterránea de Fez, puso en relieve uno de los proyectos más ambiciosos del pionero del arte moderno español: Antoni Gaudí (25 de junio de 1852 - 10 de junio de 1926).
Akalay se describe a sí mismo como «poseído por Gaudí». Explicó que este proyecto pudo ver la luz gracias a dos documentos valiosos y al trabajo del arquitecto japonés Tokutoshi Torii, quien también dedicó su vida a estudiar la obra del arquitecto catalán.
La reconstrucción de un proyecto que habría transformado Tánger en una nueva Barcelona
Es cierto que los archivos que prueban la existencia de este proyecto son escasos. De hecho, muchos documentos que se conservaban en la iglesia de La Sagrada Familia fueron destruidos en 1936, al inicio de la Guerra Civil Española. Por lo tanto, reconstruir lo que debieron ser «Las Misiones Católicas de África» fue una tarea ardua. Los documentos que sobrevivieron a esa destrucción son contados.
Entre ellos se encuentra un boceto de la iglesia, hallado en la biblioteca franciscana de Tánger en febrero de 1991. El dibujo lleva una única firma, o más bien una pista para los investigadores: «Barcelona 1892-1893». También está una postal enviada por el arquitecto a Mariano Andrés, copropietario de la Casa Botines de León. La diferente datación de estos dos elementos por parte de distintos especialistas fue finalmente corroborada gracias al esfuerzo de Tokutoshi Torii, especialmente en su libro «El mundo enigmático de Gaudí».
Torii ha dedicado más de siete libros a las obras del arquitecto español. El primero es «El mundo enigmático de Gaudí». En dos volúmenes, el japonés explica que Gaudí planeaba construir en Tánger una iglesia inspirada en las Kasbahs del Atlas y en las mezquitas del África Subsahariana.
Según Torii, el proyecto contemplaba la edificación de una iglesia, un convento, un hospital y una escuela, todo ello dentro de un recinto de 120 metros de diámetro y 24 metros de altura. Una torre central debía alcanzar los 80 metros. Otros elementos se reflejan en el mismo boceto: 17 torres, un sello distintivo de la arquitectura de Gaudí. Estas torres tendrían un simbolismo religioso, ya que la torre central, la más alta, estaría dedicada a Jesús, rodeada de otras cuatro dedicadas a los evangelistas y doce más a los apóstoles.
De estos bocetos, así como de otros trabajos, se desprende que Gaudí era un hombre profundamente religioso. El uso del número 12 en este proyecto evoca la Nueva Jerusalén, o el Reino de Dios, como lo describe San Juan en el Apocalipsis. De hecho, «el diámetro es de 120 metros (12x10), la altura de cada piso es 6 (12/2), la pared exterior tiene 24 metros (12x2) y el suelo de la iglesia mide 36 metros (12x3)».
El profesor Mustafa Akalay explicó a Yabiladi que Gaudí fue impulsado por mecenas catalanes, de los cuales se recuerdan dos nombres: el padre Lerchundi y el marqués de Comillas. Su viaje comenzó en su ciudad natal, Barcelona, y lo llevó hasta Marruecos, atravesando Andalucía, donde quedó fascinado por los numerosos monumentos de la presencia árabe.
Al llegar a Marruecos, «Gaudí residió en Tánger y en Tetuán para sus proyectos. Conoció la medina, la arquitectura marroquí. Estaba fascinado, como todos los orientalistas, por ese paisaje, esa arquitectura de la medina y por la naturaleza», nos explica el investigador. Así, aquel cuyos trabajos se distinguen por una omnipresencia de la naturaleza «pudo disfrutar en su momento de su estancia en Tánger, así como de los suntuosos paisajes de la ciudad de Tetuán».
Embarcado en esta aventura, su viaje y su proyecto eran una «misión civilizadora». El arquitecto «quería hacer una ofrenda a la misión franciscana, diseñando este grandioso proyecto que habría hecho de Tánger, actualmente, la ciudad de Barcelona». Sin embargo, el arquitecto catalán nunca vio el fruto de su trabajo, por razones que siguen siendo oscuras hasta el día de hoy.
Lo que Tánger pudo ser y podría ser gracias a Gaudí
El viaje a Marruecos del arquitecto tuvo lugar cuando fue elegido para la construcción de la iglesia de La Sagrada Familia. Curiosamente, existen similitudes entre lo que esta pudo ser en Tánger y la que se encuentra actualmente en Barcelona.
A pesar de las incógnitas sobre el fracaso de este proyecto, el libro El mestre Gaudí menciona que el 17 de octubre de 1893 fue aprobado por la congregación de Tánger, pero quedó en espera de aprobación por parte de la Santa Sede (Vaticano). Entre las razones de su abandono se encuentran, por un lado, los costos que representaría la construcción de este monumento, la inestabilidad política en el norte de Marruecos, y también la crisis económica que afectó los negocios del marqués de Comillas, quien lo había encargado. Además, el arquitecto, que lamentó profundamente la no finalización del proyecto, habría conservado uno de los dibujos, colgándolo en la pared de su taller en La Sagrada Familia.
«Cuando Gaudí fue encargado del proyecto, ya tenía el suyo, y pensó que sería la ocasión de erigir un proyecto inédito en Tánger, el de las Misiones Católicas. De ahí las torres que parecen pináculos como cualquier mezquita maliense de Tombuctú.»
Torii realizó una reconstrucción de lo que pudo haber sido esta iglesia en Tánger. Por su parte, Akalay, lleno de emociones, evoca un proyecto impactante, que iba a dar forma al paisaje de Tánger. «Actualmente, con la mezquita Mohammed V, cuando se llega al puerto, se ve este minarete y uno queda directamente subyugado. Imaginen entonces cerca de veinte torres visibles desde el estrecho de Gibraltar.»
Por otro lado, el investigador señala que este monumento podría haber aportado mucho al sector turístico. De hecho, en 2016, más de 4,5 millones de turistas visitaron La Sagrada Familia. A esta cifra récord, es necesario añadir otro dato: el 80% de los turistas que van a La Sagrada Familia solo la admiran desde el exterior, según un estudio del Ayuntamiento de Barcelona.
Durante la conferencia, que se cerró con un debate sobre el patrimonio del protectorado, la sala y los invitados consideraron la posibilidad de resucitar este grandioso proyecto, gracias a mecenas o incluso formando una asociación.