La ciudad de Safi está repleta de rincones poco conocidos, como Sidi Ahmad Chachkal, tema de Nomad#19. Esta semana, Yabiladi te lleva nuevamente a Cap Beddouza (Cap Cantin), a 35 kilómetros de Safi, en la región de Marrakech-Safi. La cueva del Estudioso es un lugar envuelto en leyendas que enriquece la imaginación de los habitantes de Safi.
Toufrit Mahdar, conocida como la Cueva de la Mezquita en amazigh, tiene una abertura hacia el mar que invita a soñar, similar a la famosa cueva de Hércules en Tánger. Un viento fuerte atraviesa sus paredes, provocando escalofríos a los pocos visitantes que se aventuran a este lugar. La cueva es una gran sala cubierta de arena, como si estuviera alfombrada. Los habitantes de Safi han tejido alrededor de este sitio diversas leyendas que el antropólogo Fouad Rehouma comparte con Yabiladi.
Niños de sirenas
«La leyenda principal, ampliamente aceptada en el imaginario local, fue transmitida por los ancestros», relata Rehouma. Según este hombre de 62 años, quien se estableció en la región, unos pescadores se encontraban cerca de la cueva cuando, «en medio de la noche, escucharon el Corán siendo recitado. Intrigados y preocupados, se acercaron a la fuente del sonido», explica el antropólogo. Al asomarse a la cueva, los pescadores vieron a unos niños recitando el libro sagrado.
«Los niños, al darse cuenta de que eran observados, se asustaron y se lanzaron al mar a través de la abertura de la cueva.»
«El imaginario local enriquece esta historia sugiriendo que estos niños son seres sobrenaturales», añade Fouad Rehouma. Se dice que son descendientes de una sirena que solía dar a luz en la cueva, los llamados «niños de sirena». Esta sirena vivía en Tighaline, una ciudad sumergida bajo el mar frente a la cueva del Estudioso, según la leyenda. «Lamentablemente, no hay investigaciones arqueológicas que confirmen la existencia de Tighaline», lamenta el antropólogo.
La cueva del estudioso. / Ph. Marocopedia
Otra leyenda que rodea la cueva del Estudioso está ligada a Sidi Ahmed Chachkal, el líder de la zaouïa donde las personas acudían para realizar el «peregrinaje del pobre». Este «santo» del siglo XIII, conocido por su «baraka», atraía a visitantes de tierras lejanas que buscaban su sabiduría y conocimiento. «A los habitantes de Beddouza les decía: “Si quieren verme, no necesitan viajar. Vayan a la cueva del Estudioso, reciten el Corán y luego diríjanme su petición”», confía Rehouma. El lugar era «una sala que resonaba con las historias de la gente», dotándolo de un carácter «sagrado». Estas leyendas reflejan cómo el «imaginario sagrado mitológico» y el «sagrado musulmán» se disputan el lugar en la mente colectiva, argumenta el antropólogo.
La apertura hacia el mar de la cueva del estudioso. / Ph. Fouad Rehouma
Más recientemente, hacia finales del siglo XIX, el caíd Issa Benomar gobernaba la región (similar a Thami El Glaoui, que poseía muchas propiedades en Marruecos). «Infundía terror entre los habitantes, pues solía apoderarse de su ganado y luego los mataba», narra Rehouma. Para escapar del caíd, «la gente se escondía en la cueva del Estudioso. Era su refugio», añade. Esta táctica perduró hasta la destitución de Issa Benomar por los franceses durante el protectorado en 1915.
Pero más allá de este universo poético y legendario, el antropólogo lanza un llamado urgente. «El sitio necesita protección, reconocimiento, y ser parte del patrimonio local», reclama. «A lo largo de la costa en la región de Safi existen diversas cuevas magníficas que valen la pena visitar», concluye.
Localización de la cueva del estudioso. / Ph. Google Maps