Cuando Hanane Snoussi relata su trayectoria, emerge la historia de una mujer decidida a superar cualquier obstáculo. Esta determinación se nutre de su entorno familiar creativo: su padre, artista visual y profesor, le inculcó el amor por las artes y el pensamiento crítico. Su madre, costurera, se convirtió en un ejemplo de compromiso y paciencia inquebrantables.
Hanane creció entre Tánger, Essaouira y Agadir. Era una niña reservada, ávida lectora y con un agudo sentido de la observación. En su entrevista con Yabiladi, recuerda aquellos momentos evocando un Marruecos «siempre activo, resiliente, inspirador y abierto». «Las puestas de sol en la playa y los libros que leía a escondidas por la noche moldearon mis sueños y mi espíritu un poco rebelde», comenta.
«Puedo decir que mi infancia fue una escuela rica en emociones intensas y a menudo contradictorias, entre la 'necesidad' de explorar más allá, de aprender más, y el deseo de permanecer en ese equilibrio donde me encontraba.»
Sin embargo, Hanane decidió desafiarse a sí misma y salir de su zona de confort. A los 18 años, siguió el ciclo preparatorio de bellas artes en Francia, antes de cambiar de rumbo hacia las ciencias políticas en Milán, Italia. Posteriormente, se inclinó por las tecnologías de la información, obteniendo un certificado en pilotaje de drones en Francia. Ella explica este recorrido ecléctico: «Siempre he estado en la encrucijada entre la tecnología, el arte y la sociedad».
Innovación en un ámbito todavía masculino
El emprendimiento en tecnología, especialmente en el sector del hardware, sigue siendo «mayoritariamente dominado por hombres», lo que llevó a Hanane a tomar una decisión evidente: encontrar un espacio donde pudiera innovar, cuestionar y «conectar la intuición con la precisión científica».
Hanane también se sintió impulsada por su deseo de ver más diversidad en su sector. «Se habla mucho de innovación, pero los actores suelen ser los mismos. Las mujeres, aunque cada vez son más, todavía enfrentan muchas barreras invisibles», afirma.
En 2022, Hanane fundó su empresa, Vimersio, una startup que integra dispositivos inteligentes y inteligencia artificial para automatizar el proceso de grabación de video, un desafío audaz para una mujer aún solitaria en un nicho dominado por hombres.
La emprendedora logró comercializar su producto incluso antes de lanzar la versión inicial. Sin embargo, el éxito no llegó. Un desacuerdo con uno de los accionistas la obligó a tomar la difícil decisión de detenerse.
Tras esta experiencia, se orientó hacia la educación, lanzando un hackathon escolar inspirado por Station F y «Quest-For-Change». Su objetivo era sembrar las semillas de la innovación en las mentes de los estudiantes y abrir sus ojos a una realidad profesional emergente.
«¿El mayor desafío que he enfrentado en este ámbito? Convencer en un mundo dominado por ideas preconcebidas: una mujer sola, con un proyecto no convencional, a menudo debe alzar más la voz para ser escuchada. Mis mayores logros no se miden en cifras de negocios o premios, sino en el hecho de mantenerme firme, de transformar mis choques en fuerza tranquila: continuar construyendo con coherencia y estabilidad.»
Hanane combina tres identidades: marroquí, francesa e italiana. «Esta diversidad es mi fuerza motriz. Esta doble identidad euro-marroquí es un gran activo para concebir proyectos que hablen a ambas orillas del Mediterráneo», dice con orgullo.
Regreso al país para guiar a una generación digital
Uno de los momentos clave de su vida profesional ocurrió en 2010, cuando trabajó junto al exministro de Privatización, Abderrahmane Saidi. Fallecido en 2020, él le otorgó a Hanane una confianza que la forjó desde temprana edad. «Me confió la gestión de su galería de arte y casa de subastas en Casablanca, donde ocupé el puesto de responsable administrativa y comercial durante un año», recuerda.
Sin embargo, en esa etapa de su vida, el llamado de Europa fue más fuerte para ella como joven mujer. Decidió partir nuevamente, impulsada por lo que esta experiencia le había dado. Pero 23 años después, eligió de nuevo su patria: Marruecos.
Hoy, Hanane es responsable de un laboratorio digital (Fablab), afiliado a la Fundación MlfMonde en Casablanca, donde enseña ciencias digitales a las nuevas generaciones de estudiantes.
«Desde mi regreso y gracias al apoyo del director de nuestra institución, lancé el primer hackathon dedicado a los estudiantes de secundaria, reflejando mi inspiración por la juventud marroquí. La transferencia de conocimientos se ha convertido en una prioridad para mí, ya que enseño tecnologías y habilidades digitales a jóvenes que quizás aún no se dan cuenta de la importancia de temas como la ciberseguridad, la inteligencia artificial y los datos. Mi papel es despertarlos y mostrarles que tienen un lugar en el futuro. Marruecos necesita estos oficios y los jóvenes deben prepararse para ellos.»
En 2024, la formadora recibió un reconocimiento de Orange como emprendedora. Luego fue invitada al Parlamento Europeo como ponente durante un destacado evento cívico organizado por la Fundación para la Innovación para la Democracia.
«Mi presencia en un lugar simbólico como este es una responsabilidad. Acepté este honor no para destacarme, sino para llevar las historias de otros, para abrir puertas a otras mujeres, para los jóvenes talentos de África. Es un mensaje al mundo diciendo: 'Tenemos soluciones. Tenemos una voz. Escúchenos'», concluye.