La reciente demolición del Bloque Bouazza, ubicado en el corazón del conjunto urbano de Al Hank, ha generado sorpresa e indignación. Este emblemático edificio, testigo del modernismo arquitectónico del siglo XX en Casablanca, ha desaparecido. Y podría no ser el último en correr esta suerte. Actualmente, los edificios de la gendarmería nacional, situados en la calle Othmane Ibn Affane, junto al Parque de la Liga Árabe, también enfrentan amenazas de demolición. Frente a estas pérdidas sucesivas, surge una pregunta crucial: ¿puede la transformación de Casablanca avanzar a costa de su patrimonio histórico?
Durante más de una década, se ha realizado un esfuerzo significativo para preservar y valorar los tesoros arquitectónicos de la ciudad. Gracias al compromiso de instituciones públicas, investigadores y la sociedad civil, varios edificios han sido protegidos, restaurados e integrados en los planes de desarrollo urbano. Este avance ha vuelto a colocar el patrimonio en el centro del debate sobre el futuro de Casablanca. Sin embargo, las demoliciones recientes envían una señal preocupante.
Sin duda, modernizar una ciudad requiere en ocasiones repensar su infraestructura. Pero esto no puede hacerse sin un análisis cuidadoso de las alternativas y un diálogo abierto. Destruir un edificio es borrar parte de la memoria colectiva. La falta de debate en torno a estas demoliciones debilita el esfuerzo de concienciación realizado en los últimos años.
Casamemoire apoya firmemente las iniciativas que buscan mejorar el entorno de vida de los casablanqueses. Pero, ¿por qué confrontar renovación urbana con preservación patrimonial, cuando deberían complementarse? La arquitectura del siglo XX es un valioso activo para el prestigio cultural, económico y turístico de Casablanca. La desaparición del Bloque Bouazza no debe ser el precedente para otras destrucciones irreparables.
Es fundamental contar con una legislación más clara y adaptada para proteger este patrimonio. El proyecto impulsado por el Ministerio de Cultura apunta en esa dirección, pero su desarrollo, realizado sin una verdadera consulta con la sociedad civil, aún puede perfeccionarse. Es urgente abrir un diálogo transparente e inclusivo para asegurar la transmisión de este legado a las generaciones futuras.
Desde su creación en 1995, tras la demolición de la villa Mokri, Casamemoire ha luchado por la protección del patrimonio arquitectónico del siglo XX en Marruecos. La asociación se dedica a sensibilizar, documentar y promover un mejor reconocimiento del patrimonio como motor de desarrollo urbano y cultural.