En el siglo IX, emergió una de las figuras más influyentes en el ámbito de las ciencias médicas dentro de la civilización islámica. Este erudito, nacido en Persia, expandió su conocimiento en Bagdad y su legado cruzó fronteras, llegando a Europa y más allá, principalmente gracias a la traducción de sus obras a varios idiomas. Hablamos de Abu Bakr Mohammad Ibn Zakariya Razi, nacido en 864 en Rayy, hoy parte de Irán, cuyo aporte sigue siendo invaluable para la humanidad.
Desde joven, Razi mostró una pasión insaciable por el conocimiento, lo que lo convirtió rápidamente en una figura central de la ciencia moderna en Europa. Su retrato fue colgado en la Escuela de Medicina de París, junto a los de Ibn Sina e Ibn Rochd. Además, la Universidad de Princeton le dedicó un espacio destacado para exhibir objetos relacionados con sus logros.
Un pionero en múltiples disciplinas científicas
Durante su estancia en Bagdad, un vibrante centro cultural de la época, Razi profundizó en sus estudios médicos. El califa abasí Al-Mu'tadid (Abbas II, 892 – 902) lo nombró rápidamente supervisor principal del hospital Al-Bimaristan. Razi no solo supervisó la construcción de este hospital, eligiendo personalmente el lugar idóneo para su edificación, sino que también desarrolló allí sus investigaciones y métodos médicos, sentando las bases de la medicina experimental y del principio de observación de los pacientes.
Para perfeccionar sus descubrimientos, Razi realizó experimentos científicos en monos, evaluando así la eficacia de medicamentos destinados a humanos. Introdujo procedimientos de purificación y desinfección con alcohol, técnicas que han perdurado a lo largo de los siglos. En su obra «Abu Bakr Razi, el médico filósofo», Kamel Mohammed Mohammed Aweida destaca sus contribuciones, comparándolo con un «Claudio Galeno de la medicina en el mundo persa y árabe-musulmán».
«No solo era un médico eminente, sino también un filósofo del islam, representando una corriente ética. Era considerado un verdadero reformador de las sociedades, además de ser un profundo conocedor de la filosofía.»
Además de la medicina, Razi se interesó por disciplinas como las matemáticas, la filosofía, la astronomía, la química y la literatura. Autor de una vasta bibliografía, se convirtió en una referencia internacional en ciencias médicas, especialmente gracias a su «Libro completo de la medicina», que sigue siendo una de sus obras principales, abarcando los conocimientos médicos desde la Antigüedad hasta el año 925.
Un médico que estableció las bases éticas de la ciencia
«Razi creía firmemente en la capacidad del espíritu y la inteligencia humana, promoviendo una interpretación de la religión basada en estos principios y colocando el cuestionamiento en el centro de su enfoque intelectual», recuerda Kamel Mohammed Mohammed Aweida. Este erudito es a menudo descrito como un «reformador social».
Para Adh-Dhahabī, Razi era «un genio de su tiempo», apasionado por los viajes y «gran altruista, reconocido por su paciencia y compasión». Estas cualidades lo convirtieron en un hombre completamente dedicado a su trabajo, como lo demuestra la calidad de sus obras.
Razi no se limitó a escribir sobre ciencias, sino también sobre la ética que todo científico, y en particular los médicos, debían seguir. Su carta titulada «Ética del médico» es un tratado de sinceridad destinado a los practicantes de todas las épocas.
Les aconsejaba dedicación, rigor y discreción para preservar los secretos médicos de sus pacientes, fueran eminentes o modestos. «Todos os considerarán como príncipes, según la reputación que sepáis construir con vuestros actos», escribía.
Como un testamento, la esencia de esta misiva ha resonado a través de los siglos, influyendo en numerosos practicantes y confiriendo a Razi una dimensión inmortal. De hecho, esta carta continúa siendo estudiada mucho después de su muerte en 923 en su ciudad natal.
Innovaciones al precio de la excomunión
A pesar de ser apreciado por muchos, Razi fue objeto de rechazo por parte de teólogos rigoristas que lo acusaban de ateísmo, especialmente en el siglo XIV, una época marcada por jurisprudencias violentas que excomulgaban a antiguos investigadores musulmanes, percibiendo la filosofía y las ciencias como heréticas.
Razi fue uno de estos investigadores estigmatizados por sus escritos filosóficos críticos de las religiones monoteístas. Sus detractores lo acusaron de «negar la profecía» y lo asociaron con otros autores como Al-Maari e Ibn al-Rawandi, también acusados. Según Kamel Mohammed Mohammed Aweida, Razi incluso habría sido acusado de haber «escrito que los profetas solo hacían distracción».
Sin embargo, estas acusaciones tenían poca importancia para los investigadores y científicos que reconocían la relevancia de las contribuciones de Razi para proteger a la humanidad de las enfermedades a lo largo de los siglos. En su libro «La historia del ateísmo en el Islam», Abd al-Rahman Badawi señala que estas acusaciones provenían de opositores que aprovechaban la escasez de manuscritos originales de Razi para transmitir una imagen errónea de su misión científica y ética.