Las controversias en torno a los musulmanes han dominado durante años el debate público en Francia, volviéndose cada vez más grotescas e incluso absurdas. En un momento se les responsabiliza de la escasez de aceite (2024) y en otro, de la falta de huevos durante el Ramadán de 2025. Estas polémicas, repetidas incansablemente por numerosos medios, ocultan una realidad mucho más preocupante: la islamofobia es negada para invisibilizarla.
Durante la primera sesión en la Asamblea Nacional dedicada al odio contra los musulmanes, varios diputados, entre ellos Sabrina Sebaihi (EELV) y Sébastien Delogu (LFI), criticaron el ambiente tóxico del debate político y mediático en Francia. Sebaihi afirmó que los trabajos de la comisión parlamentaria, basados en decenas de audiencias, son concluyentes: la discriminación contra los musulmanes es un hecho comprobado.
La #islamophobie no es un debate de opinión, es una mecánica de opresión.
— Sabrina Sebaihi (@SabrinaSebaihi) 26 de marzo de 2025
Y mientras corrompa nuestra República, nuestro lema, “Liberté, Égalité, Fraternité”, es traicionado. #DirectAN pic.twitter.com/ZCuY2t5f59
No obstante, el término «islamofobia» sigue siendo objeto de debate, a menudo utilizado para desviar la atención del verdadero problema. Aunque algunas instituciones prefieren referirse a «actos anti-musulmanes», la mayoría de las personas afectadas defienden el uso de esta palabra, que refleja una realidad de rechazo y hostilidad hacia una comunidad vista principalmente a través del prisma de su religión.
Sabrina Sebaihi recordó que, contrariamente a lo que se cree, el término no fue creado por regímenes religiosos autoritarios, sino que apareció en Francia a principios del siglo XX. Se inscribe en una continuidad histórica, heredera del racismo anti-magrebi vinculado a la colonización, y perpetuado por peligrosas asociaciones entre islam y terrorismo.
Un clima político y mediático hostil
Aunque la extrema derecha es la principal responsable de esta estigmatización, no está sola. Algunos líderes políticos, incluso en las más altas esferas del Estado, contribuyen a alimentar un clima de sospecha constante. La denuncia de un supuesto «separatismo islamista» a menudo sirve para justificar medidas discriminatorias bajo el pretexto de la laicidad, mientras que algunos ministros no dudan en mencionar una «regresión hacia los orígenes étnicos» al referirse a ciertos ciudadanos franceses.
Cada día, una nueva polémica humilla a los franceses musulmanes, incluso en los niveles más altos del Estado.
— Sébastien DELOGU (@sebastiendelogu) 26 de marzo de 2025
Hoy, ¿cuál es la diferencia entre el consejo de ministros y los platós de BFM o de CNEWS? pic.twitter.com/boUVc5VUvd
En los medios, el islam y la inmigración se han convertido en obsesiones. En 2023, CNews dedicó cintillos informativos a estos temas más de 335 días de 365, recuerda Sabrina Sebaihi. Estos discursos alarmistas, amplificados por las redes sociales, moldean una percepción sesgada que se traduce en actos: controles por perfil racial, discriminación laboral, restricciones en la vestimenta y, más ampliamente, una creciente exclusión de los musulmanes del espacio público.
Una laicidad instrumentalizada
El principio de laicidad, que se supone garantiza la libertad de conciencia, hoy se desvirtúa para justificar restricciones específicas. «Después de la prohibición del velo en el deporte, mañana, quizás sean las instituciones escolares musulmanas las que estén amenazadas», advierte la diputada de EELV. Mientras algunas escuelas privadas católicas operan sin problemas, otras, como Al-Kindi en Lyon o Averroes en Lille, enfrentan obstáculos institucionales.
Esta evolución marca un giro inquietante: «¡la laicidad ya no emancipa, excluye!» Peor aún, se convierte en un arma para relegar a los musulmanes a la invisibilidad, obligándolos a elegir entre su fe y su ciudadanía.
Las cifras son elocuentes: en Europa, uno de cada dos musulmanes afirma ser víctima de discriminación. En Francia, este fenómeno está subestimado debido a la falta de confianza en las instituciones. Muchos musulmanes, cansados de este entorno hostil, consideran dejar el país. Un dato alarmante que cuestiona el futuro del proyecto republicano.