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Marruecos: La gran avutarda, pieza clave en los ritos funerarios hace 14,700 años antes de nuestra era

Marruecos alberga la última población de grandes avutardas en el continente africano, compuesta por entre 72 y 78 aves que ahora se distinguen genéticamente de sus parientes ibéricos. Un descubrimiento reciente establece su presencia en el territorio desde hace 14,700 años antes de nuestra era, con usos rituales funerarios.

Publicado
Cueva de Taforalt / Ph. Abdeljalil Bouzouggar - INSAP
Tiempo de lectura: 4'

Amenazada a nivel mundial, la gran avutarda (Otis tarda), genéticamente distinta de su pariente ibérica, podría ser endémica de Marruecos desde hace aproximadamente 14,700 años. Un nuevo estudio ha revelado pruebas inéditas de su existencia en esa época, gracias a fósiles hallados en la cueva de Taforalt, en la región de Beni-Snassen (Oriental). Estos hallazgos no solo confirman la presencia de la especie desde el Pleistoceno superior, sino también su sobreexplotación por humanos con fines alimenticios y rituales.

Publicado el 18 de marzo en la revista científica International Journal of Avian Science, este estudio subraya la relevancia histórica de la especie en Marruecos, lo que podría revitalizar los esfuerzos de conservación. Aunque se prevé una posible extinción para 2026, los nuevos datos ofrecen esperanza para aumentar la conciencia sobre su preservación. Actualmente, el país alberga entre 72 y 78 aves de esta población en la región de Tánger y las llanuras adyacentes, siendo el único grupo restante en África.

Las excavaciones en Taforalt han proporcionado una valiosa perspectiva histórica y científica sobre esta especie, en un sitio donde se han recuperado «más de 150 restos de aves, representando al menos 14 taxones distintos» en el sector 10, entre 2005 y 2022. En este estudio, los investigadores analizaron elementos hasta 2022, compuestos principalmente de «descubrimientos individuales registrados in situ durante las excavaciones».

Los investigadores informan que la primera parte de los hallazgos fue prestada por el Instituto Nacional de Ciencias de la Arqueología y el Patrimonio (INSAP) de Rabat para análisis en el Reino Unido, permitiendo comparaciones directas con colecciones osteológicas de museos y datos complementarios obtenidos en Austria.

Información inédita sobre el uso de las avutardas por los humanos

Los restos de avutardas de la cueva de Taforalt, conocida como la cueva de los Palomos, fueron comparados directamente con especímenes osteológicos de «la avutarda Houbara africana Chlamydotis undulata, la gran avutarda, la avutarda kori Ardeotis kori, la avutarda árabe Ardeotis arabs».

Según los investigadores, cuatro de los descubrimientos fueron datados por radiocarbono por la Oxford Radiocarbon Accelerator Unit, seleccionando huesos de individuos distintos y restos encontrados en dos zonas funerarias humanas distintas.

Los exámenes concluyen que el extenso conjunto de huesos de avutardas del sitio de Taforalt «establece por primera vez que las grandes avutardas se reproducían en la región hace unos 14,700 años, a unos 300 km al este de su área de distribución actual en Marruecos».

El estudio indica que «estos datos apoyan la idea y refuerzan la afirmación de que la especie ha ocupado Marruecos» durante milenios. Su preferencia por estepas abiertas y llanuras, combinada con su posible supervivencia en un refugio glaciar del suroeste de la península ibérica, «sugiere un desplazamiento del área de distribución hacia el sur», como ha ocurrido con muchas aves paleárticas debido a cambios ambientales.

En este sitio prehistórico, los investigadores destacan que «el elevado número y la presencia casi exclusiva de restos» en la zona de la necrópolis prehistórica sugieren que «la gran avutarda tenía una importancia cultural para los habitantes de la cueva de los Palomos, más allá de su simple valor nutricional».

Se describe una notable presencia de «trozos de estas imponentes aves, ampliamente despiezados y abandonados en las fosas funerarias y los depósitos adyacentes», sugiriendo «un banquete en el momento de los funerales». «La posibilidad de que los vivos compartieran alimentos valiosos con los muertos está atestiguada por la presencia del gran esternón marcado por un corte, cerca de los pies y las piernas de un hombre adulto», añaden.

Esta posición «no ha sido alterada por los enterramientos posteriores» y parece representar «el depósito deliberado de una ofrenda alimentaria rica en carne en la sepultura, mientras que el húmero mordido atestigua el consumo de estas mismas partes de elección». Los investigadores mencionan un conjunto de hábitos de caza y organización relacionados con el uso de la gran avutarda en estas ocasiones, en un contexto de consumo ritual.

La cuestión de la conservación vuelve a primer plano

El estudio señala que el declive actual de las especies de avutardas está particularmente relacionado con la actividad humana, incluida la caza. Este contexto expone al 58% de las 26 especies de esta familia a «un alto riesgo de extinción». Recuerda que en todo el mundo, «la gran avutarda está clasificada como especie en peligro en la Lista Roja de la UICN y está muy cerca de la extinción en Marruecos». Hace 150 años, la avutarda canepetiere Tetrax tetrax era más común en el país, pero también está al borde de la extinción.

Además, «la subespecie endémica del noroeste de África de la avutarda árabe se extinguió en el siglo pasado», señalan los investigadores, quienes mencionan «la combinación de la caza, las perturbaciones y la pérdida de hábitat debido a la intensificación de la agricultura, recientemente acentuada por las líneas eléctricas».

Grande outardeGran avutarda

En este sentido, el conjunto descubierto en Taforalt «constituye una prueba inequívoca de la explotación humana de las grandes avutardas», ilustrando «la prueba más antigua» en este sentido. En cuanto a los esfuerzos de conservación, los investigadores destacan que una de las estrategias de un plan de acción nacional subrayó «la necesidad de aumentar la concienciación y reforzar el compromiso a tal efecto», invocando «la importancia cultural de la especie».

Según los investigadores, «una concienciación y un compromiso tales a nivel local y nacional han demostrado ser cruciales» para la conservación de colonias de reproducción de otras especies, como el Ibis calvo del norte Geronticus eremita en Marruecos. En este sentido, expresan la esperanza de que «los hallazgos realizados en la cueva de los Palomos tengan una amplia difusión», para dar a conocer mejor a la gran avutarda y concienciar a los ciudadanos para «apoyar los esfuerzos de conservación actuales».

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